domingo, 5 de abril de 2009

Enfrentamientos antipoliciales en Playa Ancha



Alrededor de las 12.45 de hoy, un grupo aproximado de 40 encapuchados salieron montaron barricadas en las calles que rodean la casa central de la Universidad de Playa Ancha (UPLA) conmemorando un nuevo aniversario de la muerte de los hermanos Vergara Toledo, hecho que da inicio al dia del joven combatiente. Debido a la accion de los encapuchados, las principales vias de acceso y salida de Playa Ancha se mantuvieron cerradas por cerca de dos horas.



Con la ayuda de neumaticos y objetos contundentes, los manifestantes cortaron la avenida Playa Ancha en ambas direcciones, portando lienzos y gritando consignas que recordaban a los asesinados por los aparatos de represion del Estado tanto en dictadura como en democracia, entre los que figuraban los nombres de Claudia Lopez, Daniel Menco, Alex Lemún, Matias Catrileo y Johnny Cariqueo.Diez minutos después de haber montadas las barricadas, el grupo de fuerzas especiales de carabineros hizo aparición, reprimiendo a los encapuchados con el zorrillo, dos carros lanza aguas y una micro que movilizó al contingente policial equipado con bombas lacrimogenas y cuyo numero superaba los 30 efectivos. En respuesta a la represion desplegada por FFEE, los encapuchados respondieron lanzando bombas de pintura, piedras, palos y otros objetos contundentes, lo que provocó una contraofensiva más intensa por parte de carabineros, que junto con atacar a quienes se encontraban en la calle, comenzó a lanzar agua y a disparar gas lacrimogeno contra los estudiantes que se encontraban alrededor del sitting, mirando en las canchas de alejo barrio o en las dependencias de la Escuela de Arquitectura de la UV.A consecuencia de esto, estudiantes y personas que concurrian el sector, se plegaron a la protesta uniéndose a los manifestantes que se encontraban luchando desde dentro de la UPLA. Junto a esto, un grupo de encapuchados sale desde la facultad de arquitectura de la UV aproximadamente a las 14:30 hrs, provocando una ventaja parcial sobre los efectivos de carabineros. Frente a esta situacion, el personal encargado de movilizar más aparatos represivos, pide refuerzos, apareciendo otro guanaco con mayor potencia que los que se encontraban ya el lugar.Además de la presencia de carabineros, concurrieron al lugar del sitting periodistas gráficos y televisivos de algunos periodicos institucionales y/o televisión abierta, quienes fueron repudiados por los manifestantes, los cuales atacaron a los fotógrafo y camarógrafos con piedras y bombas de pintura. El rechazo a la prensa responde principalmente a su papel de responsabilidad y colaboración con distintos montajes, tanto a nivel de prensa escrita y medios de comunicacion masivos - donde cualquier forma de protesta que no responda a los intereses de las clases dominantes es considerado vandalismo, incivilizacion o falta de ciudadania - como en el ambito judicial, donde el material obtenido por la prensa gráfica de El Mercurio de Valparaiso, TVN, Canal 13 y otros medios regionales han servido de agravante al momento de presentar cargos contra personas que han sido detenidas de manera arbitraria en sittings, protestas y manifestaciones y son enjuiciadas finalmente por destrozos en la via publica, porte de material incendiario o daño a la propiedad privada.



Además de la explícita criminalización que realizan constantemente en torno a la protesta y luchadores sociales.Cerca de las 15:10 hrs, se hizo presente en la calle el Rector de la UPLA PATRICIO SANHUEZA VIVANCO acompañado de personal administrativo de la universidad y algunos profesores. El motivo de su presencia en el lugar de los disturbios era realizar una amenaza contra los encapuchados, aclarando que si el bloqueo de calles no terminaba en ese momento, se autorizaría a carabineros a entrar a la Universidad.Como respuesta, Sanhueza recibió insultos e increpaciones respecto de su gestión y soluciones administrativas en base a subcontratacion y despidos en el personal docente y paradocente para dar balance a los presupuestos de la universidad, y sobre todo, a las suculentas dietas salariales que mantiene el personal de planta. Además se denunció la situación irregular en la entrega de becas internas en UPLA, en donde rectoria y su personal coludido, ha dado preferencia a sus colaboradores, entre los que resaltan los sectores adherentes a la FeUpla y al PC y sus juventudes (entre otros grupusculos de corte marxista leninista), parte del grupo minoritario que optó por sentarse a negociar con Sanhueza las demandas estudiantiles.Más allá del tema de las becas, es necesario destacar la complicidad existente entre la administracion UPLA y los grupos antes mencionados, la que se refleja en la negociación total de los sittings - desde la hora de salida, el material utilizado y el tiempo tolerado antes que carabineros llegue al lugar - y manifestaciones donde destaca propaganda electoral del PC y otros pactos pro-institución, inclusive colaborando en funciones de delacion o sape.

Fuente: Columna negra

sábado, 4 de abril de 2009

La revista Revontuli, del Grupo de Apoyo al FLA finlandés, recibió anónimamente un artículo que cuenta cómo fueron rescatados tres cerditos


Llevaba varias horas viajando con una buena amiga en un coche alquilado. Ella hacía unos meses que se había hecho vegana y parecía tener las ideas claras y ganas de hacer que las cosas cambiasen. Desde hacía un tiempo estaba insinuándome que quería dar un paso más y hacer uso también de estrategias ilegales. En esos momentos estábamos debatiendo
el tema y yo le comentaba que creía que no aportaba mucho uniéndose a un grupo ya formado (el mío) sino que sería más positivo el que ella se organizara con sus compañeros en la región de la que procedían y prepararan cosas por su cuenta. Ella me comentaba que no estaban preparados, le advertí de que todos somos capaces de hacer cosas que jamás nos hubiésemos imaginado. Además, siempre que necesitasen ayuda la tendrían. Para empezar a coger confianza en si mismos podrían comenzar por algo fácil pero bonito, sabía que tenían sitio para dejar Gallinas y a los dos nos pareció un buen inicio. Le expliqué que si se tomaban tiempo y lo preparaban bien, en cuestión de dos días lo podrían hacer sin problemas. Me respondióque no sabía donde había una granja de gallinas. Le dije que podría mirarlo en listines telefónicos o sencillamente si veía una granja en la que pensase que podía haber gallinas dentro sería fácil descubrirlo merodeando por los alrededores y buscando carteles del nombre de la empresa, sacos de comida, jaulas viejas o cualquier otra pista. En aquel momento vimos a lo lejos una granja formada por varias naves. Y le sugerí hacer una prueba, en principio, con nuestros conocimientos no podíamos saber qué animales estaban enjaulados ahí. Pero nos desplazaríamos al entorno para descubrirlo. Hasta la granja tan sólo llegaba un camino estrecho de tierra que no daba a ningún otro sitio y que la rodeaba.




Vimos la silueta del granjero que se metía a una de las naves y un perro pastor alemán que estaba encadenado y que imaginamos que soltarían por la noche. Escondimos el coche en el camino que rodeaba la granja detrás de la última nave. Bajamos del coche y nos acercamos a la valla metálica exterior. Por el olor se podía sospechar que no eran gallinas lo que había dentro sino cerdos, pero aun así yo quería enseñarle las cosas de las que se tendría que preocupar para preparar una acción. Le expliqué que se tenía que fijar en detalles como: dónde aparcaría el coche, por donde entrarían... y que había que conocer muy bien el recinto, especialmente si la acción la iba a hacer con gente que no lo había visto previamente y les tenía que describir como era todo. Todas las naves tenían una puerta delantera y una especie de trampilla atrás –en la que cabía un animal del tamaño de un perro grande- que conducía a un pasillo muy estrecho -cercado por una valla metálica- que desembocaba fuera del perímetro al abrir otra puertecilla de la valla exterior. Enseguida comprendí que era la vía que utilizaban para conducir a los animales al camión. Le comenté a mi compañera que esa parecía una buena vía de entrada y le sugerí que entrase ella, que si pasaba algo saliese corriendo y que yo iba a estar por fuera del perímetro a escasos 10 metros, si necesitaba ayuda entraría enseguida. Ella no se atrevió a entrar, decía que era una locura porque podía entrar el granjero y descubrirla dentro de la nave, incluso podría estar ya dentro de la nave. En cierto modo tenía razón, pero yo creí que era un pequeño riesgo y que incluso si nos veía el granjero le podíamos contar alguna historia como que estábamos buscando a alguien que nos indicase cómo ir a algún pueblo cercano. Así que abrí la pequeña puerta que había en la valla exterior y avancé agachado los ocho metros que la separaban de la otra pequeña puertecilla que había en la parte trasera de la nave. Me cubrí la mano con la manga de la sudadera para no dejar huellas y comprobé si podía acceder a la nave desde ahí; la trampilla se abrió y al ver que no había nadie entré yo.



Los cerdos empezaron a moverse nerviosos y enseguida una inmensa nube de moscas se me echó encima. Había cucarachas por todas partes. Saqué la cámara y empecé a hacer fotos. Ya me había hecho una idea de cómo era por dentro y por donde entrar. Salí de ahí enseguida. Le conté a mi amiga lo que había visto y se animó a entrar ella también. Yo le dije que tenía curiosidad por saber lo que había en otras naves, que como era muy fácil entrar lo podríamos hacer rápidamente, así que disimuladamente nos acercamos a otra nave y me colé por las dos puertas traseras. Esta vez lo que ví fue muy diferente. La nave estaba vacía y se veía que había sido construida recientemente. Era una nave inmensa, alargada y estrecha, con un pasillo en medio. A cada lado había unas estructuras metálicas con máquinas adosa- La revista Revontuli, del Grupo de Apoyo al FLA finlandés, recibió anónimamente un artículo que cuenta cómo fueron rescatados tres cerditos de una granja de Burgos en el año 2003. Esta es la historia. (Todas las fotos son de la acción) das que parecían bastante caras. Comprendí que se trataba de las estructuras que utilizaban para inmovilizar a las madres que habían parido hacía poco para que sus crías pudiesen acceder a las tetas cuando les apeteciese y así que engordasen lo antes posible. Hice dos o tres fotos y me marché de ahí. Aunque en un principio esta visita se trataba de una especie de ensayo a los dos se nos quedó una espinita clavada y quisimos regresar. Pocas semanas después ahí estábamos los dos de nuevo. Esta vez de noche, con los rostros cubiertos y con guantes. Además íbamos armados con un mazo, unas cizallas, una barra de acero y un bote de spray. Nuestro objetivo estaba claro, queríamos destrozar toda la maquinaria que tenían preparada para las madres antes de que comenzasen a emplearla.



Nos colamos por la puertecilla exterior y nos acercamos a la pequeña puerta trasera de la nave. Estaba cerrada. ¡Joder; no habíamos contado con eso! Nos pusimos muy nerviosos porque no queríamos permanecer ahí. Había farolas que nos alumbraban y podíamos ser descubiertos. Mi compañera dijo de marcharnos y la verdad es que yo me lo planteé, pero me parecía imposible que no pudiésemos entrar. Si Lupen III se colaba en los bancos más seguros del mundo ¿no íbamos a ser capaces de entrar en una granja de cerdos? Fui nave por nave intentando entrar y todas ellas tenían la trampilla trasera cerrada. Llegamos a la última, al lado de donde estaba escondido el coche. En el lateral, a unos 2,5 metros del suelo había unos extractores y las hélices estaban funcionando a toda velocidad. Yo me quedé mirándolos y cuando giré la cabeza hacia mi compañera lo único que veía de su cara, los ojos, me estaban echando una mirada de desaprobación y a continuación me dijo ¿estás loco? No estaba seguro de que fuese a encontrar un modo de entrar, pero sabía que si no lo intentaba estaba garantizado que nos quedaríamos fuera, con una gran decepción y sin haber logrado nada por los cerdos que había ahí dentro, a solo unos metros. Debajo de uno de los extractores había unos bloques de cemento en los que me podía apoyar pero sólo pensar en cómo detener esas enormes hélices de acero me aterrorizaba. El extractor contiguo no funcionaba pero no tenía bloques de cemento debajo por lo que era más difícil acceder a él. Cogimos entre los dos una piedra grande y haciendo equilibrios metí entre las hélices las cizallas y empecé a romper los barrotes que soportaban las hélices. Era algo un poco complejo, porque el extractor estaba rodeado por una especie de mampara. Los barrotes estaban detrás de las hélices escondidos y además la hélice giraba al más mínimo roce. Finalmente las hélices quedaron sujetas por el cable de electricidad, el cual tampoco era fácil de cortar por estar escondido. Consideré que el peligro no era muy alto; ese extractor parecía estar apagado, llevaba guantes y el mango de las cizallas estaba plastificado, por lo que incluso si hubiese habido corriente eléctrica era casi imposible que me electrocutase. Por si acaso coloqué una sudadera en el mango de las cizallas en el momento de cortar el cable.



Lo que pasó a continuación nos sorprendió a los dos. No sólo se soltó la hélice entera sino que se detuvo el extractor contiguo, el que tenía los bloques de cemento debajo. En pocos minutos habíamos extraído también esa hélice. Y estábamos frente a una vía de acceso, aunque no del todo buena por su estrechez. Pero había una placa metálica en medio colocada horizontalmente que se giraba abriendo y cerrando el agujero. Era mucho peor para escapar de ahí en caso de que tuviésemos que huir y una vez dentro sería una vía de salida pésima por estar muy alta. Le dije a mi compañera si quería entrar ella primero y dijo que ella no iba a entrar ni antes ni después. A mi me fastidió porque sabía que a ella le hervía la sangre por entrar, pero estaba asustada. Empecé a meterme por la mampara y cupe enseguida. Al mirar lo que había al otro lado me quedé estupefacto. Había unos cinco corrales llenos de lechones. En cada corral habría unos treinta cerditos por lo menos que corrían despavoridos al verme descender por el extractor de aire.




Estaba bastante nervioso y quería salir de ahí lo antes posible, me daba miedo haberme quedado encerrado y no poder salir por donde había entrado, pero también estaba lleno de rabia al ver un montón de cachorros que habían sido separados de sus madres y que estaban todo el día y toda la noche con las luces encendidas para que engordasen más, sin tener en cuenta el estrés que eso suponía para cualquier animal. En cada corral había al menos un cerdito muerto, en el que tenía más cerca había un cerdo muerto y otro agonizando. Otra de las razones por las que quería salir pronto era que cuando me movía, corrían todos en bandada y pisoteaban al cerdito moribundo. No estaba en la nave a la que habíamos planeado acceder así que no tenía muy claro qué hacer. Empecé a buscar cosas de valor que romper, pero no ví nada. Saqué mi bote de spray y plasmé los pensamientos que se me vinieron a la cabeza.




Estaba un poco más tranquilo y animé a mi compañera a que bajase también; ella estaba nerviosa y miraba y fotografiaba todo lo que pasaba. No quiso bajar porque decía que no hacía falta, era cierto, pero yo sabía que ella quería estar abajo, dentro de la nave, y hubiese sido bueno que en ese momento se hubiese enfrentado a sus miedos. Al fin y al cabo el miedo es algo que todos los que alguna vez hemos estado implicados en este tipo de actividades hemos vivido muy intensamente, pero no podemos permitir que nos impida lograr nuestros objetivos.




Después de dejar mensajes muy explícitos por toda la nave pensé qué era lo que no le gustaría al granjero encontrarse cuando entrase la mañana siguiente. Imaginé que los cerdos estaban separados por alguna razón y rompí todo el cerco de los corrales haciendo que se mezclasen los unos con los otros. Al cerdo que estaba agonizando lo separé en un pasillo para que muriese tranquilo. Oí una voz que me decía de irnos ya, miré atrás y ví esos cerdillos que tendría que dejar. Sin pensar lo que hacía conseguí atrapar a uno y se lo pasé a mi compañera a través del canal del extractor. Ella me miraba diciéndome estás loco; qué demonios hacemos con este cerdo? Le dije que no teníamos ningún buen sitio donde dejarlo, pero que el cerdo ya estaba en el peor sitio en el que podía estar, así que si había algún cambio sería a mejor. El cerdito chillaba histérico. Mi compañera lo sujetó firmemente mientras yo me disponía a salir diciéndoles algunas palabras de cariño. Pero luego pensé, ¿por qué no saco a otro más? Y al final acabamos entrando en el coche con tres cerditos que chillaban aterrorizados.

Nada más entrar al coche se quedaron dormidos en una manta que les habíamos preparado y en esos momentos los dos nos emocionamos. A mí casi se me salta la lágrima, y pensé que sólo por ver esa imagen –tres cerditos dormidos plácidamente sobre una manta con total tranquilidad y sin una luz alumbrándoles en la cara- y por la sensación increíble que me producía merecía la pena pasar una temporadita en la cárcel. Era maravilloso.

Los cerdos terminaron en la finca de unos hippys que vivían en los alrededores en una especie de comuna, no era gente de la que nos fiásemos porque a pesar de ser vegetarianos tenían una visión del resto de especies animales algo especista. No nos gustaba que se ocupasen de los cerdos gente que hablaba de un perro diciendo que “servía para vigilar” o “para hacernos compañía”; y las gallinas eran una especie de máquinas que les daban “comida”. Pero no teníamos otra opción así los dejamos en su finca y nos fuimos tras decirles adiós.

Este no ha sido el relato de una gran acción perfectamente planeada por profesionales, sino la historia de dos personas que pese a sus limitados medios, sus inseguridades y sus miedos hicieron lo que pudieron por avanzar en una lucha que era la suya. No fue todo perfecto ni ajustado a los planes, pero casi nunca lo es. Lo importante es lanzarse hacia tu objetivo sin esperar que todo el camino sea liso, sino contando con que habrá muchos obstáculos que tendrás que ir salvando uno tras otro sin titubear. Por último quiero señalar que poco tiempo después de que esto sucediese unas cuantas gallinas encontraron un nuevo hogar en el que hoy siguen viviendo felices y en toda la libertad que un animal domestico puede tener.


Sombras y cizallas